Isaías 2:1-22
1 La palabra que Isaías hijo de Amoz recibió en visión con respecto a Judá y a Jerusalén:
2 Acontecerá en los últimos días que el monte de la casa del SEÑOR será establecido como cabeza de los montes, y será elevado más que las colinas; y correrán a él todas las naciones.
3 Muchos pueblos vendrán y dirán: “Vengan, subamos al monte del SEÑOR, a la casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros caminemos por sus sendas”. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del SEÑOR.
4 Él juzgará entre las naciones y arbitrará entre muchos pueblos. Y convertirán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra.
5 ¡Oh casa de Jacob, vengan y caminemos a la luz del SEÑOR!
6 Ciertamente tú has rechazado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque ellos están llenos de costumbres orientales y de adivinos, como los filisteos; y hacen tratos con los hijos de extranjeros.
7 Su tierra se ha llenado de plata y de oro, y sus tesoros no tienen fin. También su tierra se ha llenado de caballos, y sus carros son innumerables.
8 Además, su tierra se ha llenado de ídolos. Adoran la obra de sus manos, lo que sus dedos han hecho.
9 El hombre se ha postrado; el ser humano se ha rebajado. Por tanto, no los perdones.
10 Métete en la roca; escóndete en el polvo ante la temible presencia del SEÑOR y ante el esplendor de su majestad.
11 Los ojos altivos del hombre serán humillados, y la soberbia del ser humano será postrada. Solo el SEÑOR será enaltecido en aquel día.
12 Porque el día del SEÑOR de los Ejércitos vendrá contra todo arrogante y altivo, y contra todo el que se ha enaltecido, el cual será humillado.
13 Vendrá contra todos los cedros del Líbano, altos y erguidos, y contra todas las encinas de Basán.
14 Vendrá contra todas las altas montañas y contra todas las colinas elevadas.
15 Vendrá contra toda torre alta y contra todo muro fortificado,
16 contra todas las naves de Tarsis y contra todos los barcos lujosos.
17 La altivez del hombre será postrada; la soberbia del ser humano será humillada. Solo el SEÑOR será enaltecido en aquel día,
18 y los ídolos desaparecerán por completo.
19 Los hombres se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, a causa de la temible presencia del SEÑOR y del esplendor de su majestad, cuando se levante para hacer temblar la tierra.
20 En aquel día los hombres arrojarán a los topos y a los murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro que habían hecho para adorarlos,
21 a fin de meterse en las grietas de las rocas y en las hendiduras de las peñas, a causa de la temible presencia del SEÑOR y del esplendor de su majestad, cuando el SEÑOR se levante para hacer temblar la tierra.
22 Dejen de confiar en el hombre, cuyo hálito está en su nariz; pues, ¿de qué estima es digno?
El siguiente comentario cubre los capítulos 2, 3 y 4.
Así restablecida, Sión, el monte de Jehová, será centro de bendición y paz para todas las naciones ( Isaías 2:1-4 ). Esto pone en boca del profeta la invitación al pueblo para que venga y ande a la luz de Jehová. ¿Por qué ha abandonado a su pueblo? Porque han aprendido los caminos de los paganos.
Bien, el día de Jehová será sobre toda la gloria del hombre, y sobre todos sus ídolos. Pueden cesar del hombre, porque el propio pueblo de Dios en la tierra, el lugar de Su reposo, será juzgado y herido por su Dios (caps. 3, 4). Mas en aquel día el Renuevo de Jehová será glorioso, y será bendita la tierra. El que hiere venda las heridas introduciendo al Mesías, y por Él bendiciendo la tierra.
El remanente será santo cuando la purificación de Jerusalén haya sido consumada por el juicio y el fuego de Jehová. Jerusalén será protegida y glorificada por la manifestación de la presencia de Jehová, como el tabernáculo en el desierto. Tal es la forma en que se presenta con mucha fuerza y claridad la introducción a esta profecía.