Introducción a Marcos
El Evangelio según Marcos tiene un carácter que difiere en ciertos aspectos de todos los demás. Cada Evangelio, como hemos visto, tiene su propio carácter; cada uno se ocupa de la Persona del Señor desde un punto de vista diferente: como Persona divina, Hijo de Dios; como el Hijo del hombre; como Hijo de David, el Mesías presentado a los judíos, Emmanuel. Pero Mark no está ocupado con ninguno de estos títulos. Es el Siervo lo que encontramos aquí y, en particular, Su servicio como portador de la palabra, el servicio activo de Cristo en el evangelio.
La gloria de su divina Persona se manifiesta, es cierto, de manera notable a través de su servicio, y como a pesar de sí mismo, para evitar sus consecuencias. Pero aún el servicio es el tema del libro. Sin duda, encontraremos el carácter de Su enseñanza desarrollándose (y la verdad, en consecuencia, sacudiendo las formas judías bajo las cuales se había sostenido), así como el relato de Su muerte, de la cual todo dependía para el establecimiento de la fe.
Pero lo que distingue a este Evangelio es el carácter de servicio y de Siervo que se une a la vida de Jesús, la obra que Él vino a realizar personalmente como habitante de la tierra. Por esta razón, la historia de Su nacimiento no se encuentra en Marcos. Se abre con el anuncio del comienzo del evangelio. Juan el Bautista es el heraldo, el precursor, de Aquel que trajo esta buena noticia a los hombres.