Salmo 106 . "Aleluya. Dad gracias a Jehová, porque es bueno (o Él es bueno). Para siempre es su misericordia". Esto último lo hemos visto a menudo como la expresión de esta misericordia fiel e infalible de Jehová, que asegura a Israel. Luego recita el carácter de aquellos que son bendecidos; y personalmente busca, como en la boca de un israelita piadoso al final, ser recordado con el favor que Jehová muestra a su pueblo deseando al mismo tiempo ver el bien de los escogidos de Jehová, y regocijarse en la alegría de su nación y gloriarse con su herencia.

Es la expresión de una piedad genuina, que luego se convierte en confesar la pecaminosidad del pueblo, que no ha pecado, aunque eso se reconoce, como muestra de cómo ha perdurado la misericordia de Jehová; pero "hemos pecado con nuestros padres". Es la piedad práctica la que prueba, en su propia confesión, la misericordia duradera. Luego recorre toda la historia de Israel con esta visión; y al final muestra que, a pesar de todo, Jehová, acordándose de Su pacto, pensó en la aflicción de ellos, e hizo que se apiadaran de las naciones, entre las cuales estaban. Esta misericordia la espera ahora, para que triunfen en la alabanza de Jehová. Esto cierra el cuarto Libro.

Se observará que, como habíamos visto en la tercera, la cuarta habla también de todo Israel, y, aunque se pone de manifiesto la humillación de Cristo y se contrasta con ella de manera notable su divinidad eterna, no entra, sin embargo, en Las circunstancias judías en particular, ni la asociación de Cristo con ellos, aunque Su Espíritu esté en todo. En Salmo 104 se nos presenta al Anticristo, pero es para su destrucción por la venida del Mesías Rey, como Jehová Juez.

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