1 Salmo de David. Den al SEÑOR, oh hijos de los fuertes; den al SEÑOR la gloria y el poder.
2Den al SEÑOR la gloria debida a su nombre. Adoren al SEÑOR en la hermosura de la santidad.
3Voz del SEÑOR sobre las aguas: ¡Truena el Dios de gloria! ¡Es SEÑOR sobre las caudalosas aguas!
4Voz del SEÑOR con poder; voz del SEÑOR con gloria.
5Voz del SEÑOR que quiebra los cedros; el SEÑOR despedaza los cedros del Líbano.
6Los hace saltar como terneros; al Líbano y al Sirión hizo saltar como crías de toros salvajes.
7Voz del SEÑOR que aviva las llamas de fuego.
8Voz del SEÑOR que estremece al desierto. El SEÑOR estremece al desierto de Cades.
9La voz del SEÑOR estremece las encinas y desnuda los bosques. Y en su templo todos los suyos proclaman su gloria.
10El SEÑOR se sentó ante el diluvio; el SEÑOR se sentó como rey para siempre.
11El SEÑOR dará fortaleza a su pueblo; el SEÑOR bendecirá a su pueblo con paz.
Salmo 29 convoca a los poderosos a oír la voz más poderosa de Jehová, a reconocerlo y adorarlo ante Él según el santo orden de Su casa, celebrando el poder de Su voz en la creación universal; pero hay un lugar de adoración inteligente donde se entiende Su gloria Su templo donde los hombres han de venir. Pero este Jehová está por encima del furor altivo de las oleadas de la fuerza creada; Él se sienta Rey para siempre por encima y a pesar de todo.
Y Él, este poderoso Jehová, dará fuerza a Su pueblo y lo bendecirá con paz. Es un estímulo positivo para los fieles; no su queja o súplica, sino un testimonio para ellos para animar sus corazones en presencia de los poderosos. El que los cuida es más poderoso que ellos.