Salmo 32:1-11
1 Salmo de David. Masquil.
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Ahora ( Salmo 32 ) tenemos lo que quiere aún más el perdón de los pecados. La presión de la aflicción lo vuelve a la ley de Dios, pero a la conciencia de haberla quebrantado. Justicia en ese sentido no podía alegar: el perdón era su necesidad, y que Jehová no le imputara la iniquidad que tenía, y fue llevado a reconocer.
Durante mucho tiempo se había esforzado en contra de esto; pero Jehová no le dio descanso. Pero confiesa el pecado, y la astucia desaparece de su corazón: imposible hasta entonces. Estamos escondiendo iniquidad en él. El perdón en gracia atrae al hombre piadoso a Dios. En las inundaciones de agua no se acercan a él. Jehová es el escondite del alma preserva, bendice, guía. Sólo a ellos se les advierte que sean inteligentes por medio de la obediencia, y que no sean sin entendimiento, para que Dios los guíe con el poder providencial.
Observe aquí que mientras se celebra el perdón (y el remanente lo necesitará profundamente), sin embargo, la gran verdad distintiva que los separa de la masa del pueblo se mantiene claramente en la confianza, la rectitud y la integridad de corazón. Para los impíos hay dolores.
En principio, tal salmo, bendito sea Dios, tiene la más amplia aplicación. Para el remanente es profético, inducir la verdad en las partes internas, y alentarlos por medio de la bondad a esa confesión de pecado en la cual Dios puede bendecir, como siempre sucede. Porque el perdón y la ausencia de engaño van de la mano. Solo conocerán la plena aceptación cuando miren a Aquel a quien han traspasado, quien viene como Jehová para liberar.
Pero pongámonos en el corazón del gran principio de este salmo. El perdón completo y absoluto, el no imputar pecado en absoluto, es lo que quita el engaño del corazón. De lo contrario huimos de Dios, excusamos, paliamos, si no nos atrevemos a justificar. Donde el perdón completo está delante de nosotros, tenemos valor para ser sinceros de corazón. ¿Quién no declarará todas sus deudas cuando sólo se trate de su pago por otro? ¿Quién no dice su enfermedad por una cierta cura? La gracia trae la verdad al corazón llevado a confesar sus transgresiones.
Él encuentra que toda la carga de sus pecados se ha ido. Se anima a los humildes y piadosos a acercarse a un Dios así conocido. "En ti hay perdón, para que seas temido". El salmo animará así al remanente a la verdadera confesión. Cuando estén poseídos, entrarán en plena bendición. Vemos así cómo es una preparación profética y una escuela para ellos, que les presenta lo que no se logrará del todo cuando sean llevados a mirar a Jehová, pero que así saben que será.
Por lo tanto, estos salmos hablan del carácter de Jehová, como se ha probado con los compositores inspirados; en principio, a menudo por carta, con Cristo, para despertar la confianza de los judíos en el día de la angustia, y para consolar a toda alma inquieta. Así se mezcla la celebración de la liberación total con el clamor por ella, porque es profética y ha tenido cumplimientos.