Sinopsis de John Darby
Salmo 81:1-16
Salmo 81 , al tiempo que celebra en figura la restauración de Israel, vuelve de nuevo al terreno histórico, presentando especialmente a José, que representa a las diez tribus (ver Ezequiel 37:16 ). De lo contrario, Judá, los judíos, podrían haber reclamado todo.
Pero en la restauración (aunque hay eventos especiales relacionados con los judíos, y fue entre ellos que Jesús estaba versado, entrando especialmente en sus circunstancias en los últimos días, produciendo la asociación, tan profundamente interesante, que hemos estado estudiando en el primeros dos libros), sin embargo, es evidente que en los plenos propósitos de Dios, el palo de José debe tener su lugar y llegar a ser uno en la mano del Hijo del hombre, y como todo Israel.
Ahora bien, la luna nueva era el símbolo de la reaparición de Israel a la luz del sol, aclamada con alegría por el pueblo y conectada con la redención en el pensamiento de la fe (ver Salmo 81:5 del salmo). Entonces llamó Israel en la angustia, y Dios lo libró; pero luego viene otro principio importante. Dios les respondió cuando estaban en problemas; pero también los probó.
Entonces tentaron a Dios, dudando de su cuidado y poder. Los estaba poniendo a prueba con dificultades, que parecían decir que había falta de cuidado o poder; y dijeron: ¿Está Jehová entre nosotros? Pero Jehová respondió en gracia ( Éxodo 17 ). Este, me temo, es el caso al que se hace referencia. Pero aun en la segunda Meribá llamada así porque Israel volvió a pelear con Jehová, cuando Moisés ( Números 20 ) habló imprudentemente con sus labios y fue excluido de Canaán (porque, desde el Sinaí en adelante, estuvieron bajo un gobierno legal aunque misericordioso) Jehová fue santificado al darles agua en una gracia que estuvo por encima incluso del fracaso de Moisés.
Aún así, mientras que la gracia y la fidelidad a sus promesas a su pueblo se encontraron en el gobierno de Dios ( Éxodo 34:6-7 ), fueron puestos a prueba legalmente en los mismos términos de esa misericordia. Fue un gobierno de prueba, aunque misericordioso, y en cierto sentido también lo es el gobierno divino. Dios les pone esta prueba si fieles a Dios, no hay Dios extraño entre ellos (Él era Jehová su Dios, que los sacó de la tierra de Egipto), bendición estaba preparada.
Solo tenían que abrir bien la boca, y Él la llenaría. Pero Israel no escuchó, y se entregaron a las concupiscencias de su propio corazón. Todavía vemos el amor anhelante de Dios por ellos y el deleite que Él habría tenido en bendecirlos y dejar a un lado a todos sus enemigos. Su justo gobierno se habría manifestado en ellos (comparar Mateo 23:37 ; Lucas 19:42 ).
¡Oh, si hubieran escuchado! Así obtenemos el terreno de la ruina de Israel. Fueron puestos como redimidos de Egipto bajo la prueba de obediencia y fidelidad a Dios. Habían fallado. Aun así, aparecerían de nuevo, para reflejar la luz del rostro de Jehová. Así estalla el amor de Jehová por el pueblo aun en su fracaso.
Aquí se nos presenta un principio muy importante para toda alma. La redención, con la bendición condicional después de ella, solo termina en la pérdida de la bendición, tal como lo hizo la creación. Es lo mismo o peor. De nosotros depende asegurar la bendición; y ahora como seres caídos (en lugar de inocentes y libres), solo la gracia puede guardarnos, y así será con Israel. El carácter y los pensamientos amables y tiernos de Dios hacia su pueblo se manifiestan de la manera más hermosa en este salmo. Los pasajes a los que me he referido en los Evangelios muestran la misma ternura, pero, además, que Jesús es este mismo Jehová.