En ese tiempo estalló una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén. Todos fueron esparcidos por los distritos de Judea y Samaria, excepto los apóstoles. Hombres piadosos se llevaron a Esteban para enterrarlo, y lo lloraron mucho. En cuanto a Saulo, devastó la iglesia. Entró casa tras casa y sacó a rastras a hombres y mujeres y los puso bajo arresto.

La muerte de Esteban fue la señal de un estallido de persecución que obligó a los cristianos a dispersarse y buscar seguridad en los distritos más remotos del país. Hay dos puntos especialmente interesantes en esta breve sección.

(i) Los apóstoles se mantuvieron firmes. Otros podrían huir pero desafiaron cualquier peligro que pudiera venir; y esto por dos razones. (a) Eran hombres valientes. Conrad cuenta que, cuando era un joven marinero que estaba aprendiendo a gobernar un velero, estalló un vendaval. El anciano que le estaba enseñando le dio un solo consejo. "Mantenla frente a él, dijo. "Mantenla siempre frente a él". Los apóstoles estaban decididos a enfrentar cualquier peligro que amenazara.

(b) Eran buenos hombres. Puede que fueran cristianos, pero había algo en ellos que se ganó el respeto de todos. Se cuenta que una vez se hizo una acusación calumniosa contra Platón. Su respuesta fue: "Viviré de tal manera que todos los hombres sabrán que es mentira". La belleza y el poder de las mentiras de los apóstoles fueron tan impresionantes que incluso en un día de persecución los hombres dudaron en ponerles las manos encima.

(ii) Saúl, como dice la versión King James, "hizo estragos" en la iglesia. La palabra usada en griego denota una crueldad brutal. Se usa de un jabalí que asola un viñedo y de un animal salvaje que ataca un cuerpo. El contraste entre el hombre que estaba atacando a la iglesia en este capítulo y el hombre que se rindió a Cristo en el siguiente es intensamente dramático.

EN SAMARIA ( Hechos 8:5-13 )

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