Simón Pedro le dijo: "Señor, ¿adónde vas?" "Adónde voy, respondió Jesús, "tú no puedes ahora seguir; pero después me seguirás.” Pedro le dijo: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti." Jesús respondió: "¿Darías tu vida por mí? Esta es la verdad que te digo: el gallo no cantará hasta que me niegues tres veces".

¿Cuál fue la diferencia entre Pedro y Judas? Judas traicionó a Jesús, y Pedro, en su hora de necesidad, lo negó hasta con juramentos y maldiciones; y, sin embargo, mientras que el nombre de Judas se ha convertido en uno de los más negros de la vergüenza, hay algo infinitamente adorable en Pedro. La diferencia es esta. La traición de Judas a Jesús fue deliberada; se llevó a cabo a sangre fría; debe haber sido el resultado de una cuidadosa reflexión y planificación; y al final rechazó cruelmente la apelación más conmovedora.

Pero nunca hubo nada menos deliberado que la negación de Jesús por parte de Pedro. Él nunca tuvo la intención de hacerlo; fue arrastrado por un momento de debilidad. Por el momento, su voluntad era demasiado débil, pero su corazón siempre tenía la razón.

Siempre hay una diferencia entre el pecado fría y deliberadamente calculado y el pecado que vence involuntariamente a un hombre en un momento de debilidad o de pasión; siempre una diferencia entre el pecado que sabe lo que hace, y el pecado que viene cuando un hombre está tan debilitado o tan inflamado que apenas sabe lo que está haciendo. ¡Dios nos salve de lastimarnos deliberadamente a sí mismo o a quienes nos aman!

Hay algo muy hermoso en la relación entre Jesús y Pedro.

(i) Jesús conocía a Pedro en toda su debilidad. Conocía su impulsividad; conocía su inestabilidad; sabía que tenía la costumbre de hablar con el corazón antes de pensar con la cabeza. Conocía bien la fuerza de su lealtad y la debilidad de su resolución. Jesús conocía a Pedro tal como era.

(ii) Jesús conocía a Pedro en todo su amor. Sabía que, hiciera lo que hiciera Peter, lo amaba. Si tan solo comprendiéramos que, a menudo, cuando las personas nos lastiman, nos fallan, nos hieren o nos decepcionan, no es la persona real la que está actuando. La verdadera persona no es la que nos hiere o nos falla, sino la que nos ama. Lo básico no es su fracaso, sino su amor. Jesús sabía eso acerca de Pedro. Nos ahorraríamos muchas angustias y muchas rupturas trágicas si recordáramos el amor básico y perdonáramos el fracaso del momento.

(iii) Jesús sabía, no solo lo que era Pedro, sino también lo que podía llegar a ser. Sabía que en ese momento Peter no podía seguirlo; pero estaba seguro de que llegaría el día en que él también tomaría el mismo camino rojo hacia el martirio. Es la grandeza de Jesús que ve al héroe incluso en el cobarde; ve no sólo lo que somos, sino también lo que puede hacer de nosotros. Él tiene el amor para ver lo que podemos ser y el poder para hacernos alcanzarlo.

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