Biblia de estudio diario Barclay (NT)
Mateo 18:19-20
"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier asunto por el cual oráis, lo recibiréis de mi Padre que está en los cielos. Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".
Aquí está uno de estos dichos de Jesús, cuyo significado debemos sondear o nos quedaremos con el corazón roto y una gran desilusión. Jesús dice que, si dos en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier asunto por el cual están orando, lo recibirán de Dios. Si eso debe tomarse literalmente, y sin ninguna calificación, es manifiestamente falso. Veces sin número dos personas han accedido a orar por el bienestar físico o espiritual de un ser querido y su oración, en el sentido literal, no ha sido contestada.
Incontables veces el pueblo de Dios ha acordado orar por la conversión de su propia tierra o la conversión de los paganos y la venida del Reino, y aun así esa oración está lejos de ser respondida completamente. La gente accede a orar, y ora desesperadamente, y no recibe aquello por lo que ora. No tiene sentido negarse a enfrentar los hechos de la situación, y nada más que daño puede resultar de enseñar a la gente a esperar lo que no sucede. Pero cuando llegamos a ver lo que significa este dicho, hay una preciosa profundidad en él.
(i) Ante todo, significa que la oración nunca debe ser egoísta y que la oración egoísta no puede encontrar una respuesta. No estamos destinados a orar solo por nuestras propias necesidades, pensando en nada ni en nadie más que en nosotros mismos; estamos destinados a orar como miembros de una confraternidad, de acuerdo, recordando que la vida y el mundo no están dispuestos para nosotros como individuos sino para la confraternidad como un todo. A menudo sucedía que, si nuestras oraciones fueran respondidas, las oraciones de otra persona serían defraudadas.
A menudo, nuestras oraciones por nuestro éxito implicarían necesariamente el fracaso de otra persona. La oración eficaz debe ser la oración de acuerdo, de la que se ha eliminado por completo el elemento de concentración egoísta en nuestras propias necesidades y deseos.
(ii) Cuando la oración es desinteresada, siempre recibe respuesta. Pero aquí como en todas partes debemos recordar la ley básica de la oración; esa ley es que en la oración recibimos, no la respuesta que deseamos, sino la respuesta que Dios en su sabiduría y su amor sabe que es la mejor. Simplemente porque somos seres humanos, con corazones y miedos y esperanzas y deseos humanos, la mayoría de nuestras oraciones son oraciones para escapar. Oramos para ser salvos de alguna prueba, alguna tristeza, alguna desilusión, alguna situación dolorosa y difícil.
Y siempre la respuesta de Dios es la oferta no de escape, sino de victoria. Dios no nos da escape de una situación humana; nos capacita para aceptar lo que no podemos comprender; nos permite soportar lo que sin él sería insoportable; él nos permite enfrentar lo que sin él estaría más allá de todo enfrentamiento. El ejemplo perfecto de todo esto es Jesús en Getsemaní. Rezó para ser liberado de la terrible situación a la que se enfrentaba, pero no se liberó de ella; pero se le dio poder para hacerle frente, para soportarlo y para vencerlo. Cuando oramos desinteresadamente, Dios envía su respuesta, pero la respuesta siempre es su respuesta y no necesariamente la nuestra.
(iii) Jesús continúa diciendo que donde dos o tres están reunidos en su nombre, él está allí en medio de ellos. Los mismos judíos tenían un dicho: "Donde dos se sientan y se ocupan en el estudio de la Ley, la gloria de Dios está entre ellos". Podemos tomar esta gran promesa de Jesús en dos esferas.
(a) Podemos llevarlo a la esfera de la Iglesia. Jesús está tan presente en la pequeña congregación como en la gran reunión de masas. Él está tan presente en la Reunión de Oración o el Círculo de Estudio Bíblico con su puñado de personas como en la arena llena de gente. Él no es el esclavo de los números. Él está allí donde se encuentran los corazones fieles, por pocos que sean, porque se entrega por completo a cada persona.
(b) Podemos llevarlo a la esfera del hogar. Una de las primeras interpretaciones de este dicho de Jesús fue que los dos o tres son padre, madre e hijo, y eso significa que Jesús está allí, el huésped invisible en cada hogar.
Hay quienes nunca dan lo mejor de sí mismos excepto en la llamada gran ocasión; pero para Jesucristo cada ocasión en la que incluso dos o tres se reúnen en su nombre es una gran ocasión.
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