En último lugar, nos recuerda que es verdadera felicidad cuando Dios habita en nosotros. Las palabras que usa son ambiguas. Se les puede decir: “Esta es la promesa que nos ha prometido, incluso la vida eterna. ” (73) Sin embargo, puede adoptar cualquiera de estas representaciones, ya que el significado sigue siendo el mismo. La suma de lo que se dice es que no podemos vivir de otra manera que alimentando hasta el final la semilla de vida sembrada en nuestros corazones. Juan insiste mucho en este punto, que no solo el comienzo de una vida bendecida se encuentra en el conocimiento de Cristo, sino también en su perfección. Pero ninguna repetición puede ser demasiado, ya que es bien sabido que alguna vez ha sido una causa de ruina para los hombres, que al no estar contentos con Cristo, han tenido el anhelo de vagar más allá de la simple doctrina del evangelio.

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