7 Porque Dios no nos ha llamado. Este parece ser el mismo sentimiento con el precedente: que la voluntad de Dios es nuestra santificación. Hay, sin embargo, una pequeña diferencia entre ellos. Porque después de haber discutido sobre la corrección de los vicios de la carne, él prueba, desde el final de nuestro llamado, que Dios lo desea. Porque nos distingue a sí mismo como su posesión peculiar. (570) Nuevamente, que Dios nos llama a la santidad, lo prueba por contrarios, porque nos rescata y nos llama de vuelta de la falta de castidad. De esto concluye que todos los que rechazan esta doctrina no rechazan a los hombres, sino a Dios, el autor de este llamado, que cae en el suelo tan pronto como este principio en cuanto a la novedad de la vida es derrocado. Ahora, la razón por la que se despierta con tanta vehemencia es porque siempre hay personas sin sentido que, si bien desprecian a Dios sin temor, tratan con ridículo todas las amenazas de su juicio y, al mismo tiempo, se burlan de todos los mandatos en cuanto a un santo y vida piadosa Tales personas no deben ser enseñadas, sino que deben ser golpeadas con severas reprensiones como con el golpe de un martillo.

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