23. Y tu cielo que está sobre tu cabeza. Enumera otras causas de esterilidad, y especialmente la sequía. A menudo, Dios, por los Profetas, deseoso de dar una muestra de su favor hacia la gente, les promete la lluvia de otoño y de primavera: la que sigue inmediatamente a la siembra, la otra da crecimiento a los frutos antes de que comiencen a madurar; mientras que en muchos pasajes también amenaza con que sea retenido. A esto se refiere lo que ahora dice, que los cielos serán de bronce, y la tierra de hierro, porque tampoco la humedad descenderá del cielo para fertilizar la tierra, mientras que la tierra, atada y endurecida, no tendrá jugo ni humedad. Para la producción. De donde nos reunimos, que ni una gota de lluvia cae sobre la tierra, excepto que Dios la destila, y que cada vez que llueve, la tierra se riega como si fuera por su mano. Sin embargo, debe observarse, como hemos visto antes, que la tierra de Canaán no era como Egipto, regada por el cuidado y la industria del hombre, sino fertilizada por la generosidad del cielo. Así Dios, por el Profeta, marca los grados que son dignos de observación, a saber, que cuando se reconcilie con su pueblo, “escuchará los cielos, y ellos escucharán la tierra; y la tierra oirá el maíz, el vino y el aceite. para que, finalmente, todas estas cosas oigan a los hombres hambrientos. (240) (Oseas 2:21.)

No es superfluo que hable expresamente del "cielo sobre nuestra cabeza" y de la tierra que está "bajo nuestros pies", ya que indica que sus armas están preparadas tanto arriba como abajo para ejecutar su venganza, a fin de asaltar a la gente por todos lados. Otro profeta confirma esto, aunque solo en una breve alusión:

“Por lo tanto, el cielo sobre ti se quedó del rocío, y la tierra se quedó de su fruto; y pedí una sequía ”, etc. (Hageo 1:10.)

Luego se utiliza otro modo de expresión para hacer que la misma cosa sea más segura, a saber, que la lluvia se convierta en "polvo y polvo"; aun así, esta cláusula puede explicarse de dos maneras, ya sea que la lluvia no fertilizará más el suelo como si fuera ceniza; o que, en lugar de lluvia, caiga polvo, como si Dios secara la tierra rica esparciendo cenizas sobre ella.

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