26. Pero el Señor se enojó conmigo. Algunos imaginan que Dios se ofendió por un anhelo como este; pero Moisés está dando la razón por la que no obtuvo lo que buscaba, a saber, porque ya había sido excluido de él. Porque, aunque de ninguna manera entra en debate con Dios, como si hubiera sido condenado injustamente por las faltas de otros, todavía reflexiona indirectamente sobre la gente, ya que era bueno que se les recordara a todos el castigo que había sido infligido al distinguido siervo de Dios se incurre en la culpa de todos ellos. En otras partes hemos visto (240) cómo fue que la pena de su transgresión común fue con la justicia impuesta a Moisés.

Luego, su mitigación sigue, cuando Dios le ordena que se suba a la cima del monte Abarim, que aquí se llama Pisgah, y en otro lugar Nebo, para que pueda disfrutar de la vista de la tierra prometida.

En conclusión, explica más claramente por qué exhortó a Joshua, a saber, porque estaba a punto de irse ante la gente; y en el último verso asigna la razón de su demora y por qué permanecieron tanto tiempo en el valle cerca del monte Abarim; porque es precisamente como si hubiera dicho que fueron retenidos por la extensión de la mano de Dios, para que no continúen más hasta que Joshua haya sido instalado como su sucesor.

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