39. Sepa por lo tanto este día. Nuevamente inculca lo que hemos hablado recientemente, que la gloria del único Dios verdadero fue probada por los milagros, pero lo hace a modo de exhortación. Porque los desea cuidadosa y atentamente para considerar lo que Dios les había mostrado, porque en un asunto tan claro no habría excusa para el error o la ignorancia. Por lo tanto, infiere de lo que había sucedido antes, que la gente debe tener cuidado de cerrar los ojos ante la clara revelación del poder de Dios, y por lo tanto, los insta a mantenerlo en la memoria, porque la ingratitud del hombre es demasiado propensa al olvido. Posteriormente les recuerda por qué se conocería a Dios, a saber, que podrían cumplir Su Ley y obedecer Sus estatutos. La suma es que serían inexcusables si no recibieran obedientemente la Ley, que sabían que venía de Dios; porque deben ser peor que estúpidos si la majestad de Dios, conocida y entendida por tantas pruebas, no los despertó a la reverencia. Y para que no subestimen la doctrina que proviene de un hombre mortal, él confiesa expresamente, de hecho, que él es el ministro y, sin embargo, que no les ha presentado nada que no haya recibido de Dios.

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