16. Y matarás al carnero. A Moisés se le había ordenado previamente que tomara las partes de la víctima de las manos de Aarón, para propiciar a Dios con ellas, a fin de que él y su posteridad pudieran realizar el mismo oficio en lo sucesivo; pero aquí se describe una ceremonia peculiar, que debe untar la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y la punta del pie derecho, tanto de Aarón como de sus hijos, con la sangre de un carnero; y luego que los rociara a ellos y a sus vestiduras con la sangre depositada sobre el altar. Lo que primero debemos observar aquí es que el sacerdote debe ser rociado con sangre, para que pueda conciliar el favor de Dios hacia sí mismo con el fin de interceder. Así, el sacerdocio de Cristo fue dedicado con sangre, para que sea eficaz reconciliar a Dios con nosotros. Ahora surge la pregunta, ¿por qué solo la oreja derecha y el pulgar y el dedo derecho estaban salpicados de sangre, como si los sacerdotes estuvieran consagrados y dedicados a Dios solo en la mitad de sus personas? Respondo que en esta parte la otra fue comprendida; dado que tanto las orejas como las manos y los pies tienen el mismo objeto, y sus oficinas están tan conectadas que lo que se dice de una oreja se aplica a la otra. Nuevamente, se pregunta, ¿por qué se untaron la oreja, el pie y la mano en lugar del pecho y la lengua? y no dudo que por el oído se designó la obediencia, y por las manos y los pies todas las acciones y todo el curso de la vida; porque apenas hay algo más común en la Escritura que estas metonimias, por las cuales se toma la limpieza de las manos para la integridad de toda la vida, y el camino, el curso, o caminar por la dirección o la forma de vida. Por lo tanto, es muy apropiado que la vida del hombre sea consagrada por la sangre; y, dado que el fundamento del bien es la obediencia, que se prefiere a todos los sacrificios, se le ordena a Moisés que comience con el oído. Y sabemos que el "olor de un olor dulce" en el sacrificio de Cristo fue la obediencia, ( Filipenses 4:18 ;) por lo cual, David, en el espíritu de profecía, se presenta y dice: "Mis oídos te aburriste". (175) (Salmo 40:6.) Si alguno debe objetar que la lengua no es menos importante, porque el sacerdote es el mensajero de Señor de los ejércitos, respondo que aquí no se hace referencia al oficio de enseñanza, sino solo al de intercesión; por lo tanto, en estos tres miembros, Moisés abrazó todo lo relacionado con la expiación. Pero debemos recordar que lo que se dice de la consagración de Cristo no se aplica a su propia persona, sino que se refiere al beneficio de toda la Iglesia; porque ni fue ungido por su propio bien, ni tuvo que pedir prestada (176) gracia de la sangre; pero tuvo en cuenta a sus miembros y se dedicó por completo a su salvación, como él mismo testifica: "Por ellos yo me santifico a mí mismo". (Juan 17:19.)

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