9. ¿No está toda la tierra delante de ti? Aquí está esa moderación de la que he hablado; a saber, que Abram por apaciguar los conflictos sacrifica voluntariamente su propio derecho. Pues como ambición y el deseo de victoria (354) es la madre de todas las contiendas; así que cuando cada uno se aparta mansa y moderadamente, en algún grado, de su justa afirmación, se encuentra el mejor remedio para eliminar todas las causas de la amargura. Abram podría, de hecho, con un pretexto honorable, haber defendido más pertinazmente el derecho que renunció, pero se encoge de nada por el bien de restaurar la paz: y, por lo tanto, deja la opción a su sobrino.

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