25. Estaban ambos desnudos. Que la desnudez de los hombres se considere indecorosa e inadecuada, mientras que la de los animales no tiene nada de vergonzoso, parece no concordar mucho con la dignidad de la naturaleza humana. No podemos contemplar a un hombre desnudo sin sentir vergüenza; sin embargo, al ver un burro, un perro o un buey, no se nos producirá tal sentimiento. Además, cada uno siente vergüenza de su propia desnudez, aunque no haya testigos presentes. Entonces, ¿dónde está esa dignidad en la que sobresalimos? Moisés mostrará la causa de este sentido de vergüenza del que estamos hablando en el próximo capítulo. Ahora considera suficiente decir que en nuestra naturaleza no corrompida no había nada que no fuera honorable; de ahí se sigue que todo lo que nos resulta vergonzoso debe imputarse a nuestra propia culpa, ya que nuestros padres no tenían en sí mismos nada que fuera indigno hasta que fueron contaminados por el pecado.

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