14. Y Abimelec tomó ovejas. Abraham había recibido posesiones y regalos en Egipto; pero con esta diferencia, que mientras Faraón le había ordenado que se fuera a otro lugar, Abimelec le ofrece un hogar en su reino. Por lo tanto, parece que ambos reyes fueron golpeados por un miedo no común. Cuando percibieron que estaban siendo reprendidos por el Señor por haberle causado problemas a Abraham, no encontraron otra forma de aplacar a Dios que compensar, con actos de bondad, la lesión que habían infligido al hombre santo. La diferencia mencionada anteriormente surgió de aquí; que la censura de Faraón fue más severa, por lo que estaba tan aterrado que apenas podía soportar la vista de Abraham, mientras que Abimelec, aunque asustado, se tranquilizó rápidamente con una palabra adicional de consuelo, cuando el Señor le dijo: "Él es profeta y orará por ti". Pues no hay otro remedio para eliminar el miedo que la declaración del Señor de que será propicio. En realidad, no sirve de mucho para el pecador presentar a Dios solo lo que el miedo le arranca. Pero es un verdadero signo de penitencia cuando, con una mente serena y una conciencia tranquila, se entrega a Dios como obediente y dócil. Y dado que Abimelec permitió a Abraham establecerse en su reino, este acto de humanidad tuvo una bendición no trivial: Isaac nació allí, como veremos en el próximo capítulo (Génesis 20:1.)

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