7. Y Abraham se puso de pie. Declina el favor ofrecido por los hititas, como, algunos suponen, con este designio, para no obligarse con ellos en un asunto tan insignificante. Pero más bien deseaba mostrar, de esta manera, que no recibiría ninguna posesión gratuita de aquellos habitantes que iban a ser expulsados por la mano de Dios para que él pudiera sucederles en su lugar: pues siempre mantuvo todos sus pensamientos fijos en Dios, de modo que prefería con mucho su mera promesa, al dominio presente sobre la tierra. Moisés también elogia la modestia del hombre santo, cuando dice que 'se levantó para hacer reverencia a la gente de la tierra.' (454) En cuanto al uso de la palabra que significa 'adorar', se toma simplemente por la reverencia que cualquier persona manifiesta, ya sea doblando la rodilla o haciendo cualquier otro gesto con el cuerpo. Esto puede hacerse a los hombres, así como a Dios, pero con un fin diferente; los hombres mutuamente doblan la rodilla, o inclinan la cabeza, unos ante otros, en aras del honor civil; pero si la misma cosa se hace a ellos, en aras de la religión, es profanación. Porque la religión no permite otro culto que el del Dios verdadero. Y bromean puerilmente quienes ponen como pretexto para su idolatría las palabras dulia y latria , (455) puesto que la Escritura, en términos generales, prohíbe que la adoración se transfiera a los hombres. Pero para que nadie se sorprenda de que Abrahán actuara tan sumisa y complacientemente, debemos saber que lo hizo por costumbre y uso común. Pues es bien sabido que los orientales eran inmoderados en el uso de ceremonias. Si comparamos a los griegos o a los italianos con nosotros, somos más parcos en el uso de ellas que ellos. Pero Aristóteles, al hablar de los asiáticos y otros bárbaros, señala este defecto: que abundan demasiado en adoraciones. Por lo tanto, no debemos medir el honor que Abraham rindió a los príncipes de la tierra por nuestras costumbres.

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