10. No soy digno de todas las misericordias (103). Aunque esta expresión suena áspera para los oídos latinos, el sentido no es oscuro. Jacob confiesa que se le habían otorgado misericordias más grandes de las que se había atrevido a esperar: por lo tanto, lejos de él que pleitee algo de dignidad o mérito, con el fin de obtener lo que pide. Así que dice que es menos que las bondades de Dios; porque se sentía indigno de esos dones excelentes que el Señor había prodigado tan liberalmente sobre él. Además, para que se pueda apreciar más claramente el propósito del santo patriarca, es necesario observar la artimaña de Satanás: para desanimarnos de orar, sugiere este pensamiento, "¿Quién eres tú para que te atrevas a presentarte ante la presencia de Dios?" Jacob anticipa esta objeción al declarar de antemano que no es digno de los dones anteriores de Dios, y al mismo tiempo reconoce que Dios no es como los hombres, en el sentido de que se canse de continuar e incrementar sus actos de bondad. Mientras tanto, Jacob recopila elementos para su confianza a partir del hecho de que ha encontrado a Dios tantas veces benigno hacia él. Por lo tanto, tenía un doble propósito en mente; primero, porque deseaba contrarrestar la desconfianza que podría apoderarse de él a consecuencia de la magnitud de los dones de Dios; y luego, dirige esos dones a un propósito diferente, para asegurarse de que Dios sería para él lo mismo que había sido hasta ahora. Utiliza dos palabras, misericordias y verdad, para mostrar que Dios está inclinado por su pura bondad a beneficiarnos; y de esta manera demuestra su propia fidelidad. Esta combinación de misericordia con verdad ocurre frecuentemente en las Escrituras, para enseñarnos que todas las cosas buenas nos llegan a través del favor gratuito de Dios; pero que nos hacemos capaces de recibirlos cuando abrazamos sus promesas con fe.

Con mi cayado (104). Jacob no enumera por separado las misericordias de Dios, sino que bajo una categoría incluye el resto; es decir, que mientras había cruzado el Jordán como un pobre y solitario viajero, ahora regresa rico y lleno de abundancia. Se debe notar la antítesis entre un cayado y dos tropas; en la cual compara su antigua soledad y pobreza con su actual abundancia.

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