17. La partera le dijo. Sabemos que los antiguos deseaban mucho tener descendencia, especialmente hijos varones. Dado que Raquel no acepta este tipo de consuelo cuando se le ofrece, inferimos que estaba completamente agobiada por el dolor. Por lo tanto, murió en agonía, pensando solo en su triste parto y sus propios pesares: de los cuales le dio un nombre a su hijo; pero Jacob posteriormente corrigió el error. El significado del nombre muestra claramente que, en su opinión, el exceso de tristeza en su esposa estaba equivocado; ya que ella había marcado a su hijo con un nombre siniestro y deshonroso, (127) porque esa tristeza no está libre de ingratitud, que ocupa tanto nuestras mentes en la adversidad que la bondad de Dios no las anima, o al menos no les infunde un poco de dulzura para mitigar nuestro dolor. Luego se menciona su entierro; al cual los santos padres no habrían asistido con tanto cuidado religioso, excepto por su esperanza en la futura resurrección. Por lo tanto, cada vez que leemos acerca de cómo enterraban a los muertos, como si estuvieran ansiosos por cumplir algún deber extraordinario, pensemos en el fin del cual he hablado; porque no era una ceremonia tonta, sino un símbolo viviente de la futura resurrección. Reconozco, de hecho, que en ese momento, hombres profanos y degenerados en varios lugares, incurrieron vanamente en muchos gastos y trabajos al enterrar a sus muertos, solo como un consuelo vacío de su tristeza. Pero aunque habían degenerado de la institución original en graves errores, sin embargo, el Señor hizo que este rito permaneciera intacto entre su propio pueblo. Además, pretendía que existiera un testimonio entre los incrédulos, por el cual quedaran inexcusables. Pues dado que, independientemente de la instrucción, este sentimiento era innato en todos los hombres, que enterrar a los muertos era uno de los deberes de la piedad, la naturaleza les dictaba claramente que el cuerpo humano estaba formado para la inmortalidad; y, por lo tanto, que, al sumergirse en la muerte, no perece por completo. La estatua o monumento que erigió significaba lo mismo. No erigió una ciudadela que pudiera ser un símbolo de su gloria entre su posteridad: sino que se encargó de levantar el memorial de una tumba, que sería testigo para todas las edades de que él estaba más dedicado a la vida futura; y, por la providencia de Dios, este memorial permaneció en pie hasta que el pueblo regresó de Egipto.

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