8. ¿Reinarás de veras sobre nosotros? Aquí se nos muestra claramente que el favor paternal de Dios hacia los elegidos es como un abanico que excita contra ellos la enemistad del mundo. Cuando los hijos de Jacob escucharon que luchaban en vano contra Dios, su injusto odio debería haber sido corregido por tales medios. Era como si Dios, poniéndose en medio, reprimiera su furia con estas palabras: "Vuestra conspiración impía será infructuosa; aunque presumáis, yo he constituido como vuestro jefe al hombre cuya ruina os apresuráis a buscar con vuestra malvada envidia". Tal vez también, con este sueño consolatorio, pretendía aliviar la aflicción del joven santo. Sin embargo, su obstinación hizo que se aumentara aún más. Aprendamos entonces a no afligirnos si, en algún momento, el resplandor de la gracia de Dios sobre nosotros nos hace objeto de envidia. Los hijos de Jacob, sin embargo, eran intérpretes demasiado perspicaces del sueño: sin embargo, lo desprecian como una fábula porque era contrario a sus deseos. A menudo sucede que aquellos que están mal dispuestos perciben rápidamente cuál es la voluntad de Dios, pero, como no sienten reverencia, la desprecian. A esta contumacia, sin embargo, sigue un estupor que destruye su agudeza anterior.

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