23. Mantengámonos firmes, etc. Mientras exhorta aquí a los judíos a perseverar, menciona esperanza más que fe; porque como la esperanza nace de la fe, así es alimentada y sostenida por ella hasta el final. Requiere también profesión o confesión, porque no es verdadera fe, excepto que se muestra ante los hombres. Y parece que indirectamente toca el disimulo de aquellos que prestaron demasiada atención, para complacer a su propia nación, a las ceremonias de la Ley. Por lo tanto, les ordena no solo creer con el corazón, sino también mostrar y profesar cuánto honraron a Cristo.

Pero debemos notar cuidadosamente la razón por la cual él se une, porque él es fiel a lo prometido. Por lo tanto, primero aprendemos que nuestra fe descansa sobre este fundamento, que Dios es verdadero, es decir, fiel a su promesa, que contiene su palabra; para que podamos creer, la voz o la palabra de Dios debe preceder; pero no todo tipo de palabra es capaz de producir fe; solo una promesa es aquello en lo que la fe recae. Y así, de este pasaje podemos aprender la relación mutua entre la fe de los hombres y la promesa de Dios; porque excepto Dios promete, nadie puede creer. (176)

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