14. Por tanto, como los niños, etc., o, desde entonces, los niños, etc. Esto es una inferencia de lo anterior; y, al mismo tiempo, se da una razón más completa de lo que se ha dicho hasta ahora, por qué le correspondía al Hijo de Dios vestirse de nuestra carne, incluso para poder participar de la misma naturaleza con nosotros, y que al sufrir la muerte podría redimir nosotros de eso.

El pasaje merece un aviso especial, ya que no solo confirma la realidad de la naturaleza humana de Cristo, sino que también muestra el beneficio que de allí proviene. "El Hijo de Dios", dice, "se hizo hombre, para poder participar de la misma condición y naturaleza con nosotros". ¿Qué podría decirse más adecuado para confirmar nuestra fe? Aquí aparece su amor infinito hacia nosotros; pero su desbordamiento aparece en esto: que él se vistió de nuestra naturaleza para poder así ser capaz de morir, porque como Dios no podía sufrir la muerte. Y aunque se refiere brevemente a los beneficios de su muerte, en esta brevedad de palabras hay una representación singularmente impactante y poderosa, y es que nos ha liberado de la tiranía del diablo, que estamos seguros , y que nos ha redimido tanto de la muerte, que ya no es para temer.

Pero como todas las palabras son importantes, deben examinarse un poco más cuidadosamente. Primero, la destrucción del demonio, del que habla, importa esto: que no puede prevalecer contra nosotros. Aunque el demonio aún vive e intenta constantemente nuestra ruina, todo su poder para lastimarnos es destruido o restringido. Es un gran consuelo saber que tenemos que ver con un enemigo que no puede prevalecer contra nosotros. Que lo que se dice aquí se ha dicho con respecto a nosotros, podemos deducir de la siguiente cláusula, que él podría destruir al que tenía el poder de la muerte; porque el apóstol insinúa que el diablo fue tan destruido que tiene poder para reinar sobre nuestra ruina; porque "el poder de la muerte" se le atribuye a él desde el efecto, porque es destructivo y trae la muerte. Luego nos enseña no solo que la tiranía de Satanás fue abolida por la muerte de Cristo, sino también que él mismo fue postrado de tal manera, que no se debe tener más en cuenta de él como si no lo fuera. Él habla del diablo de acuerdo con la práctica habitual de las Escrituras, en un número singular, no porque exista solo una, sino porque todas forman una comunidad que no se puede presumir sin cabeza. (47)

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