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1. Esta historia es digna de ser recordada incluso por esta única causa, porque contiene el primer comienzo de la Iglesia de Corinto, que, como era famosa por buenas causas, tanto por la multitud de hombres, como también por los excelentes dones otorgados a ellos, por lo que había en él vicios groseros y vergonzosos. Además, Lucas muestra en este lugar con qué gran trabajo, y cuán difícilmente, Pablo ganó lo mismo para Cristo. Es bien sabido lo que era una ciudad rica, Corinto, en razón del noble mercado, cuán poblada, cuán grandemente dada al placer. Y el viejo proverbio testifica que fue suntuoso y lleno de disturbios: todos los hombres no pueden ir a Corinto. Cuando Paul entienda lo mismo, ¿qué esperanza, te ruego, puede concebir? Es un hombre simple, desconocido, sin elocuencia ni pompa, que no muestra riqueza ni poder. En ese gran abismo no se traga su deseo y el deseo que tuvo de difundir el evangelio, por esto deducimos que fue provisto del maravilloso poder del Espíritu de Dios; y también que Dios hizo su mano de manera celestial, y no de manera humana. Por eso se jacta no sin causa de que los corintios son el sello de su apostolado (1 Corintios 9:2.) Porque son doblemente ciegos, quienes no reconocen que la gloria de Dios apareció más claramente en tal tipo de trato simple y básico; y él mismo no mostró una pequeña muestra de invencible constancia, cuando, molesto con las burlas de todos los hombres, (como el orgulloso lo condenó), no obstante se mantuvo solo con la ayuda de Dios. Pero vale la pena el trabajo para tener en cuenta todas las circunstancias, ya que Lucas establece lo mismo en orden. -

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