Comentario Biblico de Juan Calvino
Isaías 48:19
19. Tu semilla habría sido como la arena. Esto también se relaciona con una vida feliz, cuando la progenie se multiplica, por cuya ayuda se alivia el trabajo de los viejos, y que "resiste a los adversarios en la puerta". El salmista compara a esos niños con "flechas disparadas por una mano fuerte" y declara que él es "bendito el que tiene su carcaj lleno de ellos"; es decir, quién tiene una gran cantidad de tales niños. (Salmo 127:4.)
Cuando menciona arena, parece aludir a la promesa que se le hizo a Abraham:
"Multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo y como la arena que está en la orilla del mar". (Génesis 22:17.)
Y repite el mismo sentimiento en varias palabras; de acuerdo con el uso de los escritos hebreos, sustituyendo a los niños por "semilla" y pequeñas piedras por "arena". En una palabra, él muestra que la gente evitó que Dios les hiciera disfrutar del fruto de esa promesa.
Su nombre no habría sido cortado. Bajando a la interrupción de este favor, luego los reprocha en términos más directos por haber buscado dispersión, después de haber sido recogidos milagrosamente por la mano de Dios; porque por la palabra nombre se refiere a la condición legal de la gente, que siempre habría florecido si la bendición no se hubiera dejado de lado en su curso. Debe entenderse que lo que él dice acerca de que la gente ha sido "cortada" se refiere a la tierra de Canaán, de donde el pueblo de Dios había sido expulsado y, por lo tanto, parecía haber sido expulsado de la casa de su Padre; porque el Templo, del cual fueron privados, era un símbolo de la presencia de Dios, y la tierra misma era una prenda o una garantía de una herencia bendecida. Al ser llevados al cautiverio, por lo tanto, el pueblo parecía haber sido cortado y desterrado de la presencia de Dios, y no tenía ninguna muestra de la ayuda divina, si el Señor no había aliviado su aflicción por esas promesas. Ahora, debemos observar cuidadosamente esta angustia, que, cuando fueron desterrados a un país lejano, no tenían templo, ni sacrificios, ni asambleas religiosas; porque aquellos que en la actualidad no tienen forma de Iglesia, (241) sin el uso de sacramentos, y sin la administración de la palabra, deben verse a sí mismos como en cierta medida expulsado de la presencia de Dios, y debe aprender a desear, y continuamente a pedir con fervor la oración, la restauración de la Iglesia.