Y así, Dios testifica que el fuego ya estaba encendido en Caldea y Asiria, que no solo era hervir a los judíos, sino también reducirlos a nada. Y luego expresa lo mismo en otras palabras: que el mal vendría del norte sobre todos los judíos. Más adelante veremos que aquí se presenta un breve resumen de la verdad que se le confió a Jeremías; al menos es un resumen de la mitad; para Dios diseñado también para proveer para sus propios elegidos; y así los aterrorizó, para que pudieran ser sometidos y someterse a él, y no para que pudieran abandonarse a la desesperación. Al mismo tiempo, esta mitad de la predicción era: que no había esperanza de perdón, porque los judíos habían provocado con extrema obstinación la ira de Dios, y habían abusado tanto de su paciencia, que su impiedad ya no podía ser tolerada. Por lo tanto, lo que otros profetas habían denunciado a Jeremías ahora confirma con más fuerza, y lo señala, por así decirlo, con el dedo. Luego sigue:

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