Puede preguntarse aquí, ¿por qué conecta a Faraón con los judíos y asigna el segundo lugar a los egipcios en lugar de a otras naciones? La razón es evidente, porque los judíos esperaban la liberación de ellos; y la causa de su obstinación irrevocable era que no podían ser eliminados de esa falsa confianza por la cual el diablo los había fascinado una vez. Se apartaron de Dios al hacer de los egipcios sus amigos; y cuando se encontraron desiguales con los asirios, volvieron sus esperanzas a los egipcios más que a Dios; los profetas protestaron con ellos, pero sin éxito.

Como, entonces, la ocasión de la ruina para el pueblo elegido fue Egipto, y como el Faraón fue, por así decirlo, la fuente y la causa de la destrucción de Jerusalén, así como a todo el pueblo, con razón el Profeta, después de haber hablado de Jerusalén y las ciudades de Judá, inmediatamente mencionan a Faraón en segundo lugar; porque él era un amigo de los judíos, y estaban tan conectados entre sí que necesariamente fueron arrastrados a la destrucción; porque se habían corrompido unos a otros, y se habían animado con impiedad, y con mentes unidas y corazones confederados encendieron la ira de Dios contra ellos mismos. (139) El Profeta, entonces, no pudo haber hablado de los judíos por sí mismo, pero estaba bajo la necesidad de conectar a los egipcios con ellos, por el estado de Ambas personas eran iguales.

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