El Profeta ahora se dirige a los caldeos, que iban a ser los verdugos de la venganza de Dios: por eso dice: emborracharlo, porque se ha magnificado contra Jehová, es decir, se levantó en su orgullo contra Dios. Entonces el Profeta, como heraldo de Dios, alentó a los caldeos a ejecutar plenamente el juicio de Dios, que había sido elegido para ser sus siervos. Y la dirección tuvo más fuerza cuando el Profeta mostró que tal orden se le había encomendado, como hemos visto en otros lugares; porque los Profetas mostraron cuán eficaz era su doctrina, cuando asediaron y asaltaron ciudades, cuando dieron órdenes a los ejércitos. Este es el curso que Jeremías sigue ahora, cuando como heraldo de Dios convoca a los caldeos y les ordena vigorosamente que cumplan lo que Dios aprobó y lo que él había decretado, incluso para embriagar a los moabitas con males. El resto mañana.

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