Luego agrega: Ante su rostro temblará la tierra, y angustiados serán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retirarán su brillo. El Profeta habla aquí más hiperbólicamente; pero debemos recordar que se dirigió a los hombres extremadamente estúpidos: luego se comportó para hablar de una manera inusual, para que pudiera tocar sus sentimientos; pues no sirve de nada hablar de manera ordinaria a los hombres perversos, especialmente a aquellos que se han despojado de toda vergüenza y a quienes Satanás ha fascinado, de modo que no temen a nada y no lloran por nada. Por lo tanto, cuando cada estupidez se apodera de las mentes de los hombres, Dios debe tronar para que su palabra sea escuchada. Como entonces la apatía de la gente era monstruosa, por lo que era necesario, por así decirlo, que el Profeta pronunciara palabras monstruosas. Esta es la razón por la que ahora dice: Ante su rostro (es decir, el de los enemigos) la tierra temblará; y luego agrega: Los cielos también estarán angustiados; no es que los cielos temieran a los asirios; pero el Profeta insinúa que tal sería la venganza, que aterrorizaría al mundo entero; e insinúa esto, que los judíos podrían dejar de esperar subterfugios, ya que se halagaron, como si pudieran volar sobre las nubes, o encontrar por sí mismos algunos escondites o rincones a cierta distancia. El Profeta les da a entender que todo el mundo estaría lleno de horror, cuando el Señor vendría equipado con su ejército. Él habla también del sol y la luna; como si dijera: “Ya no habrá ninguna esperanza de ayuda de las cosas creadas; porque la luz vital misma fallará, cuando el Señor derrame el torrente de su furia: El sol y la luna, dice, se oscurecerán; y las estrellas retendrán su resplandor. Aunque entonces levantes tus ojos, ni siquiera habrá una chispa de luz para consolarte, porque la oscuridad a cada lado te cubrirá; y sabréis por el cielo y por la tierra que Dios está enojado contigo. Aquí, en resumen, se calla contra los judíos por todos los caminos de la esperanza; porque no solo los asirios se enfurecerán en la tierra, sino que Dios también dará señales de venganza del cielo, para que el sol se vea obligado a mostrar tal señal, así como la luna y todas las estrellas.

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