43. Y el Señor dio a Israel, etc. Si alguien hace una pregunta sobre este descanso, la respuesta es fácil. Las naciones de Canaán estaban tan completamente abrumadas por el miedo, que pensaron que no podían consultar mejor su interés que sirvientemente halagando a los israelitas y comprándoles la paz en cualquier condición. (176) Claramente, por lo tanto, el país fue sometido y se volvió pacífico para habitar, ya que nadie molestó ni se atrevió a entretener ninguna intención hostil, ya que allí No hubo amenazas, ni trampas, ni violencia, ni conspiraciones.

Sin embargo, un segundo punto plantea algunas dudas, (177) a saber, cómo se puede decir que los hijos de Israel se han asentado en la posesión de la tierra prometida para ellos, y para haberse convertido en maestros de ella, en un sentido tal que en lo que respecta al disfrute de ella, ninguna sílaba de las promesas de Dios había fallado. Porque ya hemos visto que muchos de los enemigos estaban entremezclados con ellos. La intención divina era que a ninguno de los enemigos se les debería permitir permanecer; por otro lado, los israelitas no expulsan a muchos, sino que los admiten como vecinos, como si la herencia hubiera sido común para ellos; incluso hacen pacciones con ellos. ¿Cómo entonces se pueden reconciliar estas dos cosas, que Dios, como lo había prometido, le dio la posesión de la tierra a la gente, y sin embargo fueron excluidos de alguna parte por el poder o la obstinada resistencia del enemigo?

Para eliminar esta apariencia de contradicción, es necesario distinguir entre la fidelidad segura, clara y firme de Dios en el cumplimiento de sus promesas, y entre la afeminabilidad y la lentitud de las personas, como consecuencia del beneficio de la bondad divina. de una manera se deslizó por sus manos. Independientemente de la guerra que emprendiera el pueblo, en cualquier dirección en que movieran sus estándares, la victoria estaba preparada; ni hubo otro retraso u obstáculo para exterminar a todos sus enemigos que su propio sopor voluntario. Por lo tanto, aunque no los derrotaron a todos para dejar en claro su posesión, la verdad de Dios salió a la luz visiblemente, y se realizó, en la medida en que podrían haber obtenido lo que quedaba sin ninguna dificultad, si hubieran tenido el agrado de aprovecharse de las victorias ofrecidas a ellos. El conjunto llega a esto, que se debía completamente a su propia cobardía que no disfrutaban de la bondad divina en toda su plenitud e integridad. Esto será aún más claro en el siguiente capítulo.

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