30. ¿Qué signo haces? Esta maldad prueba abundantemente cuán verdaderamente se dice en otra parte, esta generación malvada busca una señal, (Mateo 12:39). Al principio, habían sido atraídos a Cristo por la admiración de sus milagros o signos, y luego, a través de sorprendidos por una nueva señal, reconocieron a Cristo como el Mesías y, con esa convicción, quisieron convertirlo en rey; pero ahora le exigen una señal, como si fuera un hombre desconocido para ellos. ¿De dónde vino tal olvido repentino, pero porque son ingratos a Dios y, por su propia malicia, son ciegos a su poder, que está ante sus ojos? Tampoco se puede dudar de que tratan con desdén todos los milagros que ya habían visto, porque Cristo no cumple con sus deseos y porque no encuentran que él sea lo que ellos imaginaban que era. Si les hubiera dado la expectativa de felicidad terrenal, habría sido muy aplaudido por ellos; indudablemente lo habrían aclamado como Profeta, y como el Mesías y el Hijo de Dios; pero ahora, debido a que los culpa por ser demasiado adictos a la carne, piensan que ya no deberían escucharlo. Y en la actualidad, ¡cuántos hay que se les parezcan! Al principio, porque se prometen a sí mismos que Cristo halagará sus vicios, abrazan con entusiasmo el evangelio y no piden ninguna prueba de ello; pero cuando son llamados a negar la carne y a llevar la cruz, entonces comienzan a renunciar a Cristo y a preguntar de dónde vino el evangelio. En resumen, tan pronto como Cristo no concede sus oraciones, ya no es su Maestro.

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