El objeto de este pasaje es el mismo que el de los anteriores. Porque, si bien toda la fornicación contamina a un hombre, hay una mayor impureza en el adulterio, porque se viola la santidad del matrimonio, y al mezclar la semilla se deriva una descendencia espuria e ilegítima. Por lo tanto, Dios ha enumerado justamente este crimen entre las abominaciones de los gentiles, como puede verse más claramente en el exordio del capítulo de donde se toma este pasaje.

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