13. Si un hombre también (63) Dios hasta ahora había enseñado lo que era correcto, en para restringir a la gente del pecado, no solo por temor al castigo, sino por causa de la conciencia. Pero mientras que todos no se disponen voluntariamente a la obediencia, otorgan severos castigos a aquellos malvados despreciadores en los que no hay ningún esfuerzo por ser religiosos. Y es sorprendente que casi todos los gentiles se hayan hundido en una locura estúpida y brutal, que hayan tolerado con poco menos que impunidad crímenes antinaturales, detestables en su propio nombre.

Admito que incluso los más malvados se avergonzaron de justificar un crimen tan grave; pero aunque se practicaba con impunidad, era un reproche común incluso en contra de los tribunales públicos, que debería ser castigado más severamente que otros crímenes, que no perdonaron.

Ambas partes infractoras fueron sometidas al mismo castigo, porque es una contaminación que de ninguna manera debe ser soportada. No, si un hombre o una mujer ofenden con una bestia, a fin de aborrecer y tener más cuidado con el crimen antinatural, la pena se extiende incluso al animal inofensivo; como hemos visto antes, un buey corneado está condenado a muerte si hubiera matado a un hombre. Por lo tanto, inferimos cuán desagradable para Dios es este tipo de crimen, ya que su iniquidad se confirma con la muerte de animales inocentes.

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