14. Muéstrate a los sacerdotes Esta respuesta fue equivalente a decir: "Estás limpio"; porque sabemos que el discernimiento de la lepra pertenecía a los sacerdotes, a quienes se les ordenó en la ley distinguir entre lo limpio y lo inmundo, (Levítico 14:2). Así Cristo preserva su derecho completo, y les apela como testigos para aprobar el milagro que había hecho; y, por consiguiente, hemos dicho que los sentimientos piadosos y devotos acerca de Cristo deben haber sido entretenidos por aquellos hombres que fueron guiados instantáneamente, por su simple palabra, a albergar la esperanza de una cura.

En este pasaje, los papistas construyen absurdamente su confesión auricular. Los leprosos, lo admito, fueron enviados por Cristo a los sacerdotes; pero no fue con el propósito de vomitar sus pecados en sus oídos. Por el contrario, fueron enviados a ofrecer un sacrificio, como lo había ordenado la Ley. No fueron enviados a limpiarse, ya que los papistas imaginan que la limpieza se produce por confesión, sino para mostrar a los sacerdotes que ya estaban limpios. Es una prueba adicional de la locura de los papistas, que no consideran la mancha de infamia que arrojan en su confesión; porque, según su razonamiento, será suficiente si, de toda la tropa de los que han ido a los sacerdotes, una décima parte solo regresará a Cristo, y todo el resto se rebelará perversamente. No pueden alegar este pasaje en nombre de su confesión, sin darnos la libertad de devolverles la ventaja que les brinda, de que ninguno regresa de los sacerdotes para glorificar a Dios. Pero, para no detenernos en estas bodegas, hemos comprobado la razón por la cual se mencionó a los sacerdotes.

Sucedió que, mientras iban, fueron limpiados. Aquí se mostró el poder divino de Cristo y de sus palabras, y también hubo una prueba de la alta estimación en que Dios mantiene la obediencia a la fe; porque la gran rapidez de la cura surgió de la confianza confiada que los indujo a emprender el viaje, sin dudar, a las órdenes de Cristo. Pero si esa fe transitoria, que quería una raíz viva y no producía nada más que la espada, fue honrada por Dios con un efecto notable, ¿cuánto más valiosa es la recompensa que espera nuestra fe, si se fija sincera y permanentemente en Dios? ? Aunque los nueve leprosos no obtuvieron ninguna ventaja para la salvación de la cura de la carne, sino que solo obtuvieron un regalo temporal por medio de una fe transitoria y fugaz, sin embargo, esta cifra nos señala la gran eficacia que acompañará a la verdadera fe.

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