6. Y cuando Jesús estaba en Betania. Lo que ahora relata el evangelista había sucedido un poco antes de que Cristo viniera a Jerusalén, pero aquí se presenta de manera razonable, para informarnos cuál fue la ocasión que repentinamente llevó a los sacerdotes a apresurarse. No se aventuraron a atacar a Cristo con violencia abierta, y oprimirlo por estratagema no fue tarea fácil; pero ahora que Judas les sugiere un plan en el que no habían pensado, la misma facilidad de ejecución los lleva a adoptar una opinión diferente. En cuanto a la ligera diversidad entre la narrativa de John y la de Matthew y Mark, es fácil eliminar la aparente inconsistencia, lo que ha llevado a algunos comentaristas a imaginar erróneamente que es una narración diferente. Juan 12:3 expresa el nombre de la mujer que ungió a Cristo, que es omitido por los otros dos evangelistas; pero no menciona a la persona que recibió a Cristo como invitado, mientras que Mateo 26:6 y Marco 14:3 declaran expresamente que estaba cenando en la casa de Simón el leproso. En cuanto a que John dijo que sus pies estaban ungidos, mientras que los otros dos evangelistas dicen que ella ungió su cabeza, esto no implica contradicción. Indudablemente sabemos que las unciones no fueron derramadas en los pies; pero como se vertió en mayor abundancia de lo habitual, Juan, a modo de amplificación, nos informa que los mismos pies de Cristo estaban humedecidos con el aceite. Mark también cuenta que ella rompió la caja de alabastro y vertió toda la pomada sobre su cabeza; y está muy de acuerdo con esto decir que fluyó hasta sus pies. Por lo tanto, sostengamos que es un punto establecido, que los tres evangelistas relacionan la misma narrativa.

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