15. dijo Balaam, hijo de Beor. En la medida en que se estaba preparando para tratar los asuntos más importantes, no es sin razón que renueva su prefacio, para obtener más autoridad para su profecía: y aunque no fue sin ambición que proclamó estos magníficos títulos, aún no podemos duda pero que Dios ratificaría por ellos lo que había determinado entregar por boca del profeta. Era requisito que este hombre sin valor, cuya doctrina hubiera sido de otra manera despreciable: estar marcado por indicaciones divinas; y así fue que asumió un personaje que no poseía, y se atribuyó a sí mismo lo que solo pertenece a los verdaderos profetas. Antes he explicado cómo se habla del ojo abierto y del ojo cerrado en el mismo sentido, aunque por diferentes razones: porque llama al ojo "oculto", como percibir las cosas secretas de la oscuridad, que son incomprensibles para el sentido humano; pero él reclama para sí mismo "ojos abiertos", ya que contempla, por visión profética, lo que está a punto de decir, como si negara que iba a hablar de cosas que eran oscuras y apenas inteligibles para sí mismo.

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