Comentario Biblico de Juan Calvino
Números 35:30
30. Quien mate a cualquier persona, ahora regresa a los asesinos deliberados, a quienes no habrá evitado, pero que aún no ha sido castigado a menos que sea declarado culpable por pruebas legales. Literalmente es, Quien hiere un alma, en la boca de los testigos matará al que mata; y esta frase es oscura, por su brevedad, a menos que se proporcione un sustantivo antes del segundo verbo; y esto puede ser entendido por los jueces o el acusador. En el fondo, sin embargo, no hay ambigüedad, a saber, que nadie debe ser condenado a menos que sea legalmente condenado. Además, declara que un testigo sería insuficiente, ya que sería muy injusto que la vida de un hombre esté a merced de una sola lengua. Ya he aducido un pasaje similar, (58) en el que Moisés dio instrucciones de que no se decidirían causas capitales, excepto en la boca de dos o tres testigos: y, debido a que tales declaraciones son de aplicación general, les he asignado deliberadamente un lugar separado. Ahora, nuevamente, al referirse a la condena de los asesinos, aprovecha la ocasión para afirmar que se requieren dos testigos, ya que nada es más probable que ocurra que el inocente debería ser abrumado por calumnias y perjurio, si dependiera del testimonio de cualquier persona. individual. Pero, cuando se presentan dos, se puede descubrir de muchas maneras, como se ha dicho, si hay alguna falsedad; ya que, si se examinan por separado, apenas coincidirán en todos los detalles. Pero, aunque se requieren pruebas seguras, para el castigo de la culpa, así, cuando se prueba el asesinato, Dios exige severamente, y ordena que no quede impune. Él prohíbe expresamente que el derecho de refugio sea adquirible, ya que de lo contrario habría estado en peligro de ser un escudo para muchos crímenes. Cuando, por lo tanto, prohíbe que se tome una satisfacción de cualquiera que se dirija a una ciudad de refugio, su objetivo es que nadie pueda disfrutar de este beneficio, hasta que su inocencia esté completamente establecida; no sea que la misericordia, por la cual los inocentes fueron socorridos, esté abierta al soborno.