22. Tú que aborreces los ídolos, etc. Él compara adecuadamente el sacrilegio con la idolatría, ya que es algo del mismo tipo; porque el sacrilegio es simplemente una profanación de la Divina Majestad, un pecado no desconocido para los poetas paganos. Por este motivo, Ovidio (Metamor. 3) llama a Licurgo sacrílego por despreciar los ritos de Baco; y en su Fasti llama a esas manos sacrílegas que violaron la majestad de Venus. Pero a medida que los gentiles atribuían la majestad de sus dioses a los ídolos, solo pensaban que era un sacrilegio cuando alguien saqueaba lo que estaba dedicado a sus templos, en el que, como creían, se centraba toda la religión. Entonces, en este día, donde reina la superstición, y no la palabra de Dios, no reconocen otro tipo de sacrilegio que el robo de lo que pertenece a las iglesias, ya que no hay Dios sino en los ídolos, no hay religión sino en pompa y magnificencia. (83)

Ahora estamos aquí advertidos, primero, de no halagarnos y despreciar a los demás, cuando hemos cumplido solo algunas partes de la ley, y, en segundo lugar, no gloriarnos en que se elimine la idolatría externa, mientras nos importa no alejarnos y para erradicar la impiedad que yace escondida en nuestros corazones.

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