Comentario Biblico de Juan Calvino
Salmo 111:1
1 Alabaré a Jehová El mejor y más eficiente método para inculcar el cumplimiento de cualquier deber es ser ejemplar; y, en consecuencia, encontramos que el profeta, en el presente caso, se pone a sí mismo como un ejemplo, para guiar a otros a participar en la celebración de las alabanzas de Dios. Su resolución de alabar a Dios consta de dos partes; que celebraría las alabanzas de Dios sin fervor, con todo su corazón, y que lo haría públicamente, en la asamblea de los fieles. Comienza muy bien con elogios de corazón, porque es mucho mejor alabar en secreto, y cuando nadie es consciente de ello, que alzar nuestra voz y gritar sus alabanzas con labios fingidos. Al mismo tiempo, la persona que, en secreto, derrama su corazón en agradecidas emociones hacia Dios, también expondrá sus alabanzas en tensiones crecientes, de lo contrario, Dios se vería privado de la mitad del honor que se le debe. El profeta luego decide alabar a Dios con todo el corazón, es decir, con un corazón recto y honesto; no es que se comprometa a cumplir con su deber, sino que declara que no sería como los hipócritas, quienes, fríamente y con doble corazón, o más bien con astucia y pérfido, emplean sus labios solo en las alabanzas de Dios. Este es un punto digno de mención, para que nadie se desanime, como consecuencia de no poder apreciar la esperanza de alcanzar esa perfección del corazón que es tan deseable; porque, por muy defectuosas que sean nuestras alabanzas, pueden ser aceptables para Dios, siempre y cuando solo nos esforcemos infatigablemente por rendirle este acto de devoción. Llegamos ahora a la otra parte de su resolución, en la que dice que proclamaría las alabanzas de Dios ante los hombres; porque aunque el término hebreo סוד, sod, denota una asamblea privada, (337) aún creo que, en este pasaje, él emplea dos palabras de importación sinónima. Al mismo tiempo, si alguien se inclina a tener una visión más refinada del pasaje, puede hacerlo si lo desea. Él dice, en la congregación de los justos, porque el objeto principal para el cual se convocan las asambleas santas es brindarles a los adoradores de Dios la oportunidad de presentarle sacrificios de alabanza, de acuerdo con lo que se dice en Salmo 65:1,
¡Te alabamos, oh Jehová! en Sion ".