6. Porque Jehová el exaltado, etc. En este versículo elogia al gobierno general de Dios del mundo. Lo que más se necesita para saber de todos los demás es que no es indiferente a nuestra seguridad; porque, en palabras, todos estamos listos para conceder esto, nuestra incredulidad se muestra por la hazaña que traicionamos ante la más mínima apariencia de peligro, y no daríamos paso a tal alarma si tuviéramos una persuasión sólida de que estamos bajo Su protección paternal. Algunos leen, Jehová en lo alto, es decir, él se sienta en su trono celestial que gobierna el mundo; pero prefiero considerar que se pretende una oposición: que la grandeza de Dios no impide que respete a los pobres y humildes de la tierra. Esto se confirma por lo que se establece en la segunda cláusula: Que, siendo muy exaltado, reconoce a distancia o desde lejos. Algunos leen גבה, gabah, en el caso acusativo, y esto da un significado a las palabras que responden bien al contexto, que Dios no honra a los altos y altivos al mirar cerca de ellos, que él los desprecia, mientras que, con respecto a los pobres y humildes, que pueden parecer estar a una gran distancia de él, los cuida como si estuvieran cerca de él. Para algunos, el verbo ידע, yada, se traduce, para aplastar, y toman el significado de que Dios, mientras favorece a los humildes, pisotea a los poderosos que se glorían en su prosperidad. Hay razones para dudar, sin embargo, si tal refinamiento de significado se debe adjuntar a las palabras de David, y es suficiente para concluir, que aquí repite el mismo sentimiento expresado anteriormente, que Dios, aunque muy exaltado, toma nota de lo que podría se cree que escapa a su observación. Así hemos visto, (Salmo 113:6,)

"El Señor habita en lo alto, pero se humilla a sí mismo para contemplar las cosas que están en el cielo y en la tierra".

El significado es que, aunque la gloria de Dios está muy por encima de todos los cielos, la distancia a la que se encuentra no le impide gobernar el mundo con su providencia. Dios está muy exaltado, pero él se despide, por lo que no necesita cambiar de lugar cuando condescendiera para cuidarnos. Nosotros, por nuestra parte, somos pobres y humildes, pero nuestra condición es miserable; no hay razón por la cual Dios no se preocupe por nosotros. Si bien vemos con admiración la inmensidad de su gloria como elevada sobre todos los cielos, no debemos dejar de creer su voluntad de criarnos bajo su cuidado paternal. Las dos cosas son, con gran propiedad, unidas aquí por David, que, por un lado, cuando pensamos en la majestad de Dios, no debemos aterrorizarnos en el olvido de su bondad y benignidad, ni, por el otro, perder nuestra reverencia. por su majestad al contemplar la condescendencia de su misericordia. (197)

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