9 ¡Oh Dios! hemos esperado tu misericordia Este versículo nos enseña que los fieles fueron preservados por el poder de Dios; porque, cuando todas las cosas se encontraban en un estado de gran confusión, continuaron tranquilos y pacientes hasta que Dios por fin, teniendo piedad de ellos, les trajo ayuda. La palabra hebrea, דמם, damam, que hemos hecho esperar, significa que está en silencio, y se usa aquí para denotar tranquilidad mental. De esto concluimos que el pueblo de Dios estaba tan acosado por los peligros que, si hubieran escuchado el juicio del sentido y la razón carnales, se habrían abrumado de terror; aun cuando sabemos que los hombres se encuentran en un estado de inquietud continua, y son empujados de aquí para allá por olas contrarias, hasta que la fe tranquiliza sus mentes y las tranquiliza con verdadera paciencia. La cantidad de lo que dice el salmista es que los fieles, aunque gravemente afectados, no fueron expulsados ​​de su propósito y se les impidió confiar en la ayuda de Dios; pero que, por el contrario, por su paciencia y esperanza, abrieron la puerta de su gracia. Sirvió para magnificar e ilustrar la grandeza de la gracia de Dios, que sus expectativas de ayuda de él no fueron decepcionadas. De esto también podemos deducir la advertencia provechosa, de que si la ayuda de Dios se retira de nosotros, es porque desconfiamos de sus promesas y, por nuestra impaciencia, evitamos su gracia, que está dispuesta para aquellos que esperan con paciencia, De fluir sobre nosotros. Pero, ¿qué significa la expresión, en medio del templo? ¿Es que el pueblo de Dios mantuvo su fe solo en ese lugar, y que cada uno de ellos dejó de tener esperanza tan pronto como regresó a su propia vivienda? No; por el contrario, es seguro que se llevaron a casa con ellos la esperanza que habían tenido en el templo, de que pudieran continuar cumpliéndolo firmemente. Pero Dios, habiendo prometido que este lugar, en el que sería llamado, sería el asiento y la morada de su poder y gracia, su pueblo aquí afirma que, confiando en esta promesa celestial, fueron persuadidos más allá de toda duda de que Dios se mostraría misericordioso y amable con ellos, ya que tenían una promesa real y segura de su presencia. No debemos concebir, simplemente porque nuestra propia fantasía lo sugiere, que Dios será nuestro libertador. Debemos creer que lo será solo en la medida en que se ofrezca libre y voluntariamente en este personaje. Ahora, si este símbolo o promesa de la presencia de Dios, que era solo una sombra, debiera haber tenido tanta influencia en las mentes de los verdaderos creyentes bajo la dispensación anterior, como para hacerles esperar la vida en medio de la muerte, seguramente Cuando Cristo ahora ha descendido entre nosotros, para unirnos mucho más estrechamente a su Padre, tenemos suficiente terreno para continuar en un estado de tranquilidad sin perturbaciones, aunque el mundo debe verse envuelto en la confusión y al revés. Solo debe ser nuestro esfuerzo que el servicio de Dios pueda florecer puro y completo entre nosotros, y que así la gloria de su templo brille en medio de nosotros.

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