12 Y rendir a nuestros vecinos siete veces. Ya hemos dicho lo suficiente sobre el tema de la venganza; y aquí los fieles muestran aún más claramente, que no están tan conmovidos por las heridas que se les han hecho a ellos mismos, sino inflamados con un celo sagrado cuando ven el sagrado nombre de Dios blasfemado y, por así decirlo, hecho pedazos por los malvados. Si este afecto reina en nuestros corazones, moderará fácilmente la ingobernabilidad de nuestra carne, y si se le agrega la sabiduría del Espíritu, nuestras oraciones estarán en estricta conformidad con el justo juicio de Dios.

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