Comentario Biblico de Juan Calvino
Salmo 86:15
15. ¡Y tú, Señor! Dios de arte, misericordioso, dispuesto a perdonar. Al pasar inmediatamente a la celebración de estos atributos divinos, él intimaría, que tenemos la fuerza y protección adecuadas contra la audacia y la ira de los impíos, en la bondad, la misericordia y la fidelidad divinas. Quizás, también, por su sensación de que los malvados eran flagelos en la mano de Dios, puso ante sí la bondad y la misericordia divinas, para calmar el exceso de terror con el que podría ser atrapado; porque esta es la verdadera y la única fuente de consuelo, que aunque Dios nos castigue, no olvida su misericordia. Esta oración, como es bien sabido, está tomada de Éxodo 34:6, donde nos encontramos con una descripción muy notable de la naturaleza de Dios. Primero, se le llama misericordioso; en el siguiente lugar, listo para perdonar, lo cual él manifiesta al compadecer nuestras angustias. En tercer lugar, se lo describe como sufriente; porque no está enojado cuando se comete un delito contra él, sino que nos perdona de acuerdo con la grandeza de su bondad amorosa. En resumen, se dice que es abundante en misericordia y verdad; por lo cual entiendo que su beneficencia se ejerce continuamente y que siempre es cierto. De hecho, no es menos digno de ser alabado por su rigor que por su misericordia; pero como es nuestra obstinación voluntaria lo que lo hace severo, obligándolo, por así decirlo, a castigarnos, las Escrituras, al representarlo como por naturaleza misericordioso y dispuesto a perdonar, enséñanos que si es riguroso en cualquier momento y grave, esto es, por así decirlo, accidental para él. Estoy hablando, es cierto, en lenguaje popular, y tal como no es estrictamente correcto; pero aún así, estos términos por los cuales se describe el carácter divino se suman a esto, que Dios es por naturaleza tan amable y dispuesto a perdonar, que parece confabularse con nuestros pecados, retrasa la imposición del castigo y nunca procede a ejecutar venganza a menos que nos obligue nuestra obstinada maldad. Por qué la verdad de Dios se une con su misericordia se ha considerado en otro lugar. Como incluso aquellos que son más generosos a veces desean retractarse de las promesas que han hecho, arrepintiéndose de su gran facilidad, nosotros, que estamos acostumbrados sin razón a juzgar a Dios por nosotros mismos, desconfiamos de sus promesas. Por lo tanto, Dios declara que es diferente a los hombres, porque es tan firme en su propósito de cumplir abundantemente lo que ha prometido, como se distingue por prometer liberalmente.