También se le recordó al Profeta que estuviera atento a la visión: ¿qué es lo que ve? Luego se le presentó una vista que hemos descrito; pero al ver que el Profeta no podría haber visto nada, si no hubiera sido instruido por el Ángel. También debemos observar que esta tardanza del Profeta nos es útil; porque, por lo tanto, concluimos con mayor seguridad que nada estaba representado sin un diseño; pero que todo fue presentado para su beneficio, aunque pasó por alto, como con los ojos cerrados, lo que Dios le mostró por el ángel. Luego llegamos a la conclusión de que no se hizo nada por casualidad, sino que el Profeta estaba realmente bajo una guía divina, para que él pudiera aprender lo que luego fue fielmente para entregar a los demás.

Luego se narra la visión: que se le mostró un candelabro de Dios. La sustancia del candelero tenía la intención de exponer un misterio. Es cierto que el oro es corruptible; pero como no podemos entender lo que excede las cosas del mundo, el Señor, bajo la figura del oro, la plata y las piedras preciosas, expone aquellas cosas que son celestiales y que superan en valor a la tierra y al mundo. Fue para este propósito que Dios ordenó que un candelabro fuera hecho de oro para él, no que necesitara riquezas o riquezas terrenales, o que estuviera satisfecho con ellos como los hombres, cuyos ojos están cautivados por la vista del oro y la plata. De hecho, sabemos que todas estas cosas se cuentan como nada ante Dios; pero se tenía en cuenta en estos símbolos a esto: que supieran que algo sublime y exaltado debía entenderse cada vez que miraban el candelabro dorado. Por lo tanto, por el oro que el Profeta debió haber aprendido, lo que se expuso aquí no era inútil ni malo, sino inusual y de gran importancia.

Luego dice que había un recipiente, o que algunos lo convierten en una olla; pero era un recipiente redondo y estaba en la parte superior de la vela; porque las lámparas ardían en la cumbre del candelabro. Ahora había una olla o tazón; y aquí había una pequeña diferencia entre el candelabro del templo y el del que habla el Profeta ahora; porque en el candelabro del templo había muchas ollas o cuencos, pero aquí el Profeta dice que solo había uno; y también que había siete vertientes o publicaciones; porque por este término podemos entender el acto mismo de verter, así como los instrumentos mismos. Pero es mejor referir esto a los vertidores, que destilaron el aceite continuamente, para que la mecha no se seque, sino que siempre obtenga nueva fuerza. Él dice que había siete vertientes a las lámparas en la parte superior; (45) y también que había dos olivos, que suministraban nueva abundancia, de modo que el aceite siempre fluía.

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