1 Reyes 18:33-35
33 Luego arregló la leña, cortó el toro en pedazos y los puso sobre la leña.
34 Entonces dijo: — Llenen cuatro cántaros de agua y derrámenla sobre el holocausto y sobre la leña. Luego dijo: — Háganlo por segunda vez. Y lo hicieron por segunda vez. Dijo aún: — Háganlo por tercera vez. Y lo hicieron por tercera vez,
35 de modo que el agua corría alrededor del altar y llenó también la zanja.
1 Rey. 18:33-35. El sacrificio de Elías, en el tiempo en que fue ofrecido, estuvo acompañado de los mayores obstáculos para que fuera consumido por el fuego. Dios, que tiene más fines que uno en lo que hace, probablemente no solo pretendía con esto mostrar su poder más allá del de Baal, sino representar lo que sucedió con respecto al sacrificio de Cristo, el gran prototipo de todos los antiguos sacrificios, cuyo último Sufrimiento estuvo acompañado de circunstancias tales que parecían tender a impedir en el más alto grado Su ir a ofrecerse a Sí mismo, en las llamas celestiales de la caridad Divina, y presentarse voluntariamente a sufrir las llamas de la ira Divina.
Tal fue el hecho de que Dios ocultó Su rostro de Él, y lo trató en algunos aspectos como si hubiera sido un enemigo, lo cual fue una gran prueba de Su amor al Padre, y tendió como torrentes de agua a apagar el fuego del amor Divino. en Su alma, y para prevenir ese gran grado de ella que fue necesario para llevarlo a través de los sufrimientos extremos que estaban delante de Él; y también la visión extraordinaria que Cristo le había dado entonces de la indignidad de la humanidad por la que murió, la naturaleza aborrecible de su pecado que estaba a punto de expiar con sus sufrimientos extremos, y su gran enemistad contra él, que entonces se puso delante Él y ejerció hacia Él, en el desprecio y la crueldad de Sus enemigos.
Y algunos de ellos las mismas personas por las que estaba a punto de morir; y la ingratitud de Sus propios discípulos, que ya habían recibido los beneficios salvadores de Su muerte, en su frialdad hacia Él en los tiempos de Su agonía, - No quisieron velar con Él una hora - Su abandono total cuando Él fue apresado - Pedro negándolo con juramentos y maldiciones. Estos fueron como torrentes de grandes aguas que luego fueron arrojados sobre Él para apagar Su amor, y para evitar que siguiera soportando esos tormentos extremos en el fuego de la ira de Dios; como también lo fue aquella vista extraordinaria que le fue dada de antemano de la copa que había de beber, la cual hizo que Su alma se entristeciera sobremanera, hasta la muerte.
Pero "muchas aguas no pudieron apagar su amor, ni las inundaciones lo ahogaron". ( Cantares de los Cantares 8:7 ).
1 Rey. 19:20-21