2 Corintios 2:14-16
14 Pero gracias a Dios que hace que siempre triunfemos en Cristo y que manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento por medio de nosotros.
15 Porque para Dios somos olor fragante de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden.
16 A los unos, olor de muerte para muerte; mientras que a los otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?
2 Cor. 2:14-16. - "Hace manifiesto en todo lugar por medio de nosotros el favor de su conocimiento. Porque para Dios somos olor grato de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden. Para aquéllos somos olor de muerte para muerte, y para los demás somos sabor de vida para vida”. Este último versículo podría haber sido traducido más literalmente, y más apropiadamente, así: "A éstos, ciertamente, somos olor de muerte para muerte, pero a éstos olor de vida para vida", lo que hace que el sentido sea mucho menos perplejo.
Los ministros son, por así decirlo, los vasos que llevan el dulce ungüento del nombre de Cristo, cuyo nombre se dice que es como ungüento derramado. Cristo es la rosa fragante. Ese conocimiento de Cristo que es difundido por sus ministros es el olor de esta rosa, y este es el olor del que habla el apóstol, que en el versículo 14 llama el olor de su conocimiento. Esto es siempre un olor grato para Dios.
El nombre de Cristo siempre es deleitable para Dios, y la predicación de Cristo en el mundo, ya sea para elegidos o réprobos, es aceptable para Dios, ya que se deleita en que el nombre de su Hijo sea glorificado; porque el hecho de que Cristo se dé a conocer a los que perecen, será grandemente para la gloria de Cristo. Dios ama que el nombre de su Hijo sea dado a conocer a todos los hombres para gloria de su Hijo, a fin de que el conocimiento que reciben de Cristo los réprobos, por la predicación del evangelio, sea olor grato a Dios; porque dondequiera que se halle el nombre de Cristo, es agradable a Dios.
Pero, sin embargo, no siempre es un olor grato para aquellos a quienes se les predica el evangelio, aunque sea a Dios. En verdad, a los elegidos, a los que se salvan, es un olor grato tanto como a Dios; es sabor de vida; somos para ellos sabor de Redentor viviente; creen que es un Redentor resucitado y glorificado. Él es un olor de vida para vida, es decir , no sólo un olor grato como el de un Redentor viviente, sino un sabor refrescante, renovador y vivificante.
Mas a los que se pierden, él les es olor de muerte para muerte; la predicación de Cristo crucificado no es para ellos un olor grato, sino un olor odioso, como el de un cadáver muerto; no creen en su resurrección; lo miran muerto todavía; y la doctrina de Cristo crucificado les es repugnante; es olor de muerte para muerte.
2 Cor. 3:16