heb. 9:5-9. y sobre él los querubines de gloria que hacían sombra al propiciatorio; de los que no podemos hablar ahora en particular. Ahora bien, cuando estas cosas estaban así ordenadas, los sacerdotes entraban siempre en el primer tabernáculo, cumpliendo el servicio (de Dios). Pero al segundo (entraba) el sumo sacerdote solo una vez cada año, no sin sangre, la cual ofrecía por sí mismo, y (por) los errores del pueblo: El Espíritu Santo esto dando a entender que el camino al Lugar Santísimo era aún no manifestado, estando aún en pie el primer tabernáculo: El cual (era) una figura para el tiempo entonces presente, en el cual se ofrecían tanto dones como sacrificios, que no podían hacer perfecto al que hacía el servicio, en cuanto a la conciencia:

heb. 9:10

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