El secreto de la seguridad. “No os maravilléis, hermanos, si el mundo os aborrece. Sabemos que hemos migrado del dominio de la muerte al dominio de la vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en el dominio de la muerte. Todo el que odia a su hermano es homicida, y sabéis que todo homicida no tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos llegado a conocer el amor, porque Él dio Su vida por nosotros; y estamos obligados a dar nuestras vidas por los hermanos.

Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano tener necesidad, y aparta de él su compasión, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. En esto conoceremos que somos de la Verdad, y en Su presencia aseguraremos nuestro corazón, en todo lo que nuestro corazón nos condene, porque mayor es Dios que nuestro corazón, y Él todo lo lee.

Amados, si el corazón no reprende, confianza tenemos en Dios, y todo lo que pidamos lo recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como él nos lo mandó. Y el que observa sus mandamientos en él, permanece y él en él; y aquí llegamos a saber que Él mora en nosotros por el Espíritu que nos ha dado”.

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