versión 10. Porque para esto (εἰς τοῦτο, con miras a ello, a fin de que nosotros mismos podamos realizar el bien contenido en la promesa) nos afanamos (κοπιῶμεν, que es algo más fuerte que ἑργάζομεν, labor) y nos esforzamos (ἀγωνιζόμεθα ), (Esta es sin duda la lectura mejor sustentada, siendo la de א, A, C, F, G, K, mientras que el ὀνειδιζο ́ μεθα del texto recibido se encuentra en solo tres unciales de primera mano, D, L, P , aunque cuenta con el apoyo de la Vulg.

, Griego, Syr., Cop., Arm., y Ethiop. versiones. La unanimidad de las versiones ciertamente tiene derecho a peso, pero apenas es suficiente para contrarrestar la evidencia de tantos de los MSS más importantes. La omisión del primer καὶ tiene el apoyo de todas las versiones, y la de N, A, C, D, P.) porque hemos esperado en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creer.

Siendo esta declaración presentada como razón o fundamento de procedimiento respecto a la promesa de vida mencionada inmediatamente antes, muestra bastante claramente en qué sentido el apóstol entendía la vida; pues, lejos de apuntar a la mera existencia animal o a la satisfacción y el reposo corporales, como si esto fuera el summum bonum de la vida, él y sus compañeros de trabajo se desprendieron fácilmente de las cosas pertenecientes a esa esfera inferior, enfrentaron alegremente las dificultades y perseveraron en un gran conflicto de vida, para que pudieran llegar a ser partícipes de la vida en ese sentido más elevado y más noble que la gracia de Dios en Cristo les había hecho posible alcanzar.

En resumen, sintieron que su gran interés, tanto por el tiempo como por la eternidad, residía en el servicio y la bendición de Dios; y sin menospreciar nada naturalmente placentero o ventajoso que el curso de la providencia divina pudiera poner a su alcance, o rehuyendo como impuro lo que Dios había dado para ser usado, aun así mostraron que estaban preparados para sufrir cualquier sacrificio de comodidad carnal o honor mundano que podrían ser requeridos por su devoción a la causa de Cristo, seguros de que así ganaron más de lo que perdieron que adelantaron su interés en lo único que es de momento supremo e imperecedero.

El fundamento de esta seguridad se hace descansar en Dios: porque habían esperado en el Dios vivo (el ἐπὶ, con el dativo, indicativo de la base sólida que habían obtenido para sus expectativas), podían contar con tanta confianza en una herencia interminable de vida pacífica y bendecida, y tan voluntariamente se someten a todas las privaciones y fatigas que puedan encontrarse en la búsqueda de ella; porque Aquel que es Él mismo el Viviente, que tiene la fuente misma de la vida en frescura perpetua y en suficiencia inagotable, es en este caso el fiador y el que prometió. Tal esperanza, por lo tanto, debe ser una que no avergüence.

En esta dirección también apunta la descripción adicional dada de Dios: quien es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen. El término Salvador (σωτὴρ) lo representa como el libertador y preservador de la vida; pero en qué sentido, oa qué efectos, debe inferirse de la conexión. Como Dios viviente, puede decirse que Él es el Salvador de todos los hombres, ya que por Su providencia vigilante y benéfica estos son constantemente librados de la destrucción y conservados en la existencia.

En realidad, Él no es más para todos los hombres, aunque más en las manifestaciones de buena voluntad y en los actos tendientes a la salvación, puesto que pone ante los hombres en general, y muchas veces incluso los presiona para que los acepten, los beneficios de una obra de reconciliación, que, por su naturaleza esencial , es perfectamente suficiente para satisfacer las necesidades de todos, y restaurarlos a la vida y bendición. Como está en el carácter de un Dios-Salvador que Él hace esto, no parece haber ninguna razón válida por la que no deba incluirse en el sentido que le damos al lenguaje del apóstol.

Sin embargo, como el lenguaje indica más bien lo que Dios es realmente para los hombres, lo que realmente reciben de Él, que lo que Él se revela como listo y dispuesto a darles, la importancia natural y sin restricciones de las palabras nos lleva a pensar principalmente en la relación en la que Dios está para con los hombres indistintamente como Autor y Conservador de su vida presente. Y de esto como lo menor, el apóstol se eleva a lo mayor.

De lo que Dios es y hace a favor de aquellos que dependen de Él para las bondades comunes de la providencia, procede a indicar lo que Dios es y hace además, con respecto a aquellos que están relacionados con Él como Sus redimidos en Cristo el Salvador, especialmente de los que creen: en ellos el carácter de Dios como Salvador alcanza su propia culminación. Puesto en la forma de un argumento, la idea podría expresarse así: Si en ese carácter Dios hace tanto por los hombres pecadores e incrédulos, ¿cuánto no se puede esperar con justicia que Él haga por Su propio pueblo escogido, que es partícipe de Su gracia, y he confiado en su palabra! en sucaso, no hay nada que obstaculice las manifestaciones de Su amorosa bondad, o que restrinja las riquezas de Su beneficencia, sino más bien todo lo que los aliente a esperar todo de Su mano.

Expresando la mente del Padre hacia ellos a este respecto, nuestro Señor dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” ( Juan 10:10 ).

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento